sábado, 29 de junio de 2013

MEZA BAZÁN, Mario. (2013). Justicia y poder en tiempos de violencia. Orden, seguridad y autoridad en el Perú, 1970 - 2000. Lima: Fondo Editorial PUCP. 203 pp.


J. Michael Napán Napán[1]
E.A.P. Historia – UNMSM
jianferal @hotmail.com

El presente libro fue distinguido con el premio Franklin Pease G. Y. de Estudios Andinos en la  Pontificia Universidad Católica del Perú. Rubro de investigación de tesis de Maestría en Letras y Ciencias Humanas (2009). Mario Meza Bazán es doctor en historia por el Colegio de México (COLMEX), magíster en antropología y licenciado en historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente es profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre sus principales escritos se encuentran la tesis doctoral “El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y las fuentes de la revolución en América Latina” (2012), colaborador en el libro coordinado por Manuel Burga Díaz Choquequirao. Símbolo de resistencia andina (historia, antropología, lingüística) (2008), su tesis de licenciatura “Caminos al progreso. Mano de obra y política de vialidad  en el Perú: La Ley de Conscripción Vial. 1920-1930” (1999), entre otros artículos y ensayos sobre la historia peruana contemporánea, especialmente sobre violencia política.

El texto trata de “[…] entender la justicia como una práctica social analizable a través de la rutina judicial de un país cruzado por la injusticia y, más aún, por la injusticia que produce violencia” (p.15). Para esto el autor, analiza tres prácticas de justicia: La del poder judicial, la del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP – SL) y el ajusticiamiento en plaza pública expresada en la prensa, y haciendo uso de un método comparativo procesual logra identificar las dificultades de un poder judicial a lo largo de los últimos 40 años, lo que en palabras de Luis Mujica Bermúdez será la disociación del derecho y la justicia en la vida cotidiana (p. 17). Lo primero que hace el autor es definir los conceptos que empleará en su estudio para luego aplicarlos a las tres prácticas de justicia ya mencionadas. Entiende la justicia “[…] en dar a cada quien lo que le corresponde según lo que establecen las premisas de orden, seguridad y autoridad que predominan en la sociedad” (p.21). Así mismo, define al orden como “[…] el modo en que las sociedades organizan los diversos elementos de su realidad para darle un sentido racional y sensible al mundo donde viven” (p.25). El orden de la sociedad peruana se encuentra en el poder judicial y su aplicación bajo parámetros de las leyes, sin embargo su modo práctico se encuentra sujeto a desigualdades y exclusiones que posibilitan otras formas de orden, que no necesariamente son de igualdad e inclusión (las generadas por el PCP – SL o los ajusticiamientos en plaza, por ejemplo). Respecto a la seguridad, la define como “[…] la búsqueda de estabilidad de los elementos que garantizan la conservación física, social y simbólica de la vida bajo un determinado orden” (p. 27). Al igual que el orden, la seguridad que en teoría debería expresar el poder judicial, se vuelve “legalmente insegura”, pero políticamente segura, esto conlleva a la agudización de la desigualdad y los conflictos sociales. En este plano la “seguridad” que podría ofrecer el PCP –SL se vuelve incierta e impredecible sujeta a una convicción ideológica, mientras que los ajusticiamientos en plaza ofrecen una seguridad reducida, frente a las amenazas externas. La autoridad es entendida como“[…] la representación y el ejercicio de un orden establecido y posee una capacidad de dominio simbólico, ritual coercitivo que cuenta con legitimidad” (p.29). En este caso la figura de autoridad del poder judicial sería la del juez, sin embargo es muy desprestigiado, mientras que el PCP –SL obtiene autoridad por su inserción en escenarios convulsionados y de la fuerza de las armas. Los ajusticiamientos en plaza, el sentido de la autoridad se vuelve más práctico y de momento, es un aspecto irrelevante de su práctica judicial[2] (p.31).

El capítulo I “La justicia formal: prácticas judiciales” hace notar en primera instancia la lógica del desenvolvimiento histórico del poder judicial y la tensión “[…] permanente de los jueces por renovar la legitimidad de su dominio frente a los distintos poderes de la sociedad, incluyendo el poder político” (p. 50), y para verlo con mayor detenimiento estudia los casos judiciales de Huayanay (1974 – 1978), Uchuraccay (1983 – 1987) y La Cantuta (1992 – 1995). El primer caso en estudio, Huayanay, nos muestra la presión en el contexto del gobierno de las Fuerzas Armadas y la reivindicación del campesinado, en tales circunstancias aparece el poder político con la construcción de un nuevo sentido de autoridad y justicia. El segundo caso, Uchuraccay, se pone en tensión “[…] la autonomía de los magistrados y del fiscal para actuar en las investigaciones y en el juicio mismo contra campesinos y autoridades militares” (p.77), esto es el desencuentro entre el poder político y el poder judicial. En el tercer caso, La Cantuta, sucede algo similar a los anteriores, en este caso “El Consejo Supremo del Poder Judicial, máxima instancia de decisión en materia de gobierno del poder judicial, fue sacado de este caso en su propia jurisdicción por el gobierno de turno y en colaboración con algunos magistrados de esa misma Corte Suprema” (p. 91). Esto nos deja, en síntesis, la deslegitimación y precariedad del poder judicial que se convierten en elementos funcionales de la desigualdad social. Sin embargo, hay que decir que, el poder político no fue el garante de orden, seguridad y autoridad, por el contrario terminó convirtiéndose en un factor de inseguridad por sus prácticas que eliminaban “[…] cualquier proyecto alternativo que amenazara el poder establecido” (p.101).

En el capítulo II “La Justicia y revolución”  el autor hace un breve recuento del espacio en estudio(el Alto Huallaga) hasta la incursión del PCP – SL. Nos narra la importancia del cultivo de hoja de coca en la zona a partir de 1970 y la posterior configuración de enclaves de ilegalidad (el narcotráfico), corrupción y nuevos escenarios de violencia, la del sicario o del mercenario y la violencia doméstica que se daba por el juego de intereses de productores, proveedores y financistas. En este contexto, no solo los narcotraficantes tenían presencia, sino también algunos grupos y partidos afines a la izquierda (MIR, PUM, MRTA, PCR –PR). En un clima de hostilidad con el gobierno (la erradicación de los campos de cultivo de hoja de coca) ingresa el PCP – SL en la zona, en un inicio rivalizando con los narcotraficantes, pero luego estableciendo acuerdos. Así, SL trató de eliminar todo rezago de poder legal y de cualquier otro rival para establecer un nuevo orden, seguridad y autoridad bajo parámetros de su ideología. Sin embargo, no pudo sostener su legitimidad inicial, porque tenía un alto costo en bienes y vidas, además “[…] sendero no podía garantizar su propia seguridad frente al ejército, la policía, el narcotráfico, menos aún podía garantizar la seguridad de la población” (p.148).

El capítulo III “La «justicia popular» y los medios de comunicación” plantea otra forma de orden, seguridad y poder al margen de la justicia formal y que pone de manifiesto la ineficacia del orden institucional (p.159). El autor toma dos casos, el castigo de una delincuente por los pobladores del asentamiento humano de los arenales de la Tablada Lurín (1985) y la captura – ajusticiamiento de un delincuente en la urbanización Manzanilla en el distrito de La Victoria (1990), ambos difundidos en el diario Ojo, que para ese entonces era uno de los diarios con más alta tasa de lectoría. En palabras del autor “[…] el ajusticiamiento aparece como un ritual expurgatorio de la justicia formal, publicitado para mostrar la crisis del orden y la seguridad, pero más aún de la crisis formal” (p. 167). De esta manera “[…] la población entiende el orden como una comunidad de individuos que quieren vivir sin alteraciones ni exclusiones” (p.187). Pero la idea clave sigue girando en poner en agenda a la justicia popular a favor de la recuperación del dominio del poder político, que fue opacada por la violencia política.

En suma, el libro propone la necesidad de que tanto la justicia como el derecho no caminen de forma divorciada, que esta disociación solo genera más violencia y no permite consolidar el orden y la seguridad requerida por la población. Además, agregar que, el libro se presenta como novedoso en el eje temático, explica parte de la historia reciente de la justicia en el Perú a través de fuentes orales, hemerográficas y documentales. De la misma manera, abre campos de estudio sobre otros tipos de violencia en la década de los 80’, no solo será la violencia que involucra grupos subversivos, ejército y rondas campesinas, sino la violencia cotidiana producto de los intereses de los narcotraficantes. Así mismo, da luces sobre la violencia en otras regiones, el caso de la zona del Alto Huallaga, por ejemplo. Otro punto a destacar del libro es la capacidad del autor para comparar diversos casos, ya sea de índole rural como urbano, y acercarse a una historia que abarque en cierto sentido la totalidad de la compleja realidad, tal es el caso de la explicación de los problemas judiciales no por la justicia misma, sino por lo social cultural de la mano de la antropología y la historia.





[1] Estudiante del séptimo ciclo de Historia en la UNMSM. Miembro del Grupo de Investigaciones Annalicemos Historia (GIAH).
[2]Siguiendo a Foucault el autor la define así: “Una práctica judicial es la manera en que se juzga a los hombres por sus errores para imponerles sanciones, reparaciones y castigos” (p.21).

viernes, 28 de junio de 2013




LA DOBLE INDEPENDENCIA PARAGUAYA. ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Por Silvia Pablo Caqui
Estudiante de 4º año de la Escuela de Historia (UNMSM)
Miembro del Grupo de Investigaciones Sociales Annalicemos  Hist8ria

La presente nota es una reseña de:
ARECES, Nidia (2010): “La doble independencia paraguaya. Aspectos económicos y sociales”. En: Susana Bandieri (comp.) La historia económica y los procesos de independencia en la América hispana. Buenos Aires: Prometeo Libros, Academia Argentina de Historia Económica. pp. 239-268

La producción historiográfica del proceso de independencia paraguaya se ha centrado en la actuación de personajes llamados héroes, o en ensayos con consideraciones políticas o ideológicas para resolver los posibles antagonismos, lo que conlleva una mirada sesgada; por ello que la autora plantea que es necesario un estudio en su interrelación económica, social y cultural. El marco referencial que utiliza es el proceso, como un antes que se remonta a fines del s. XVIII, y un después que llega hasta mediados del s. XIX.
En el subcapítulo de “La gobernación Intendencia del Paraguay, economía y sociedad” nos dice que el establecimiento del Virreynato del Rio de la Plata, provocó una mayor sujeción de la elite de Paraguay (La Asunción, por la salida atlántica), y a esto se le sumó las medidas de las reformas borbónicas (mayor concentración administrativa, que favoreció el dominio del espacio paraguayo por Buenos Aires).
Los productos que a Paraguay le permitían conectarse con diversas regiones por el exterior, eran la yerba mate y el tabaco, sobre ello en 1779 se instaló la Real Renta de Tabacos, Pólvora y Naipes (reformas borbónicas), lo que produjo una mayor circulación de pesos reales (principalmente en la Asunción). Antes del establecimiento de esta medida, eran los mercaderes los que abastecían todos los insumos y distintos géneros, por lo que eran los principales beneficiados. Antes de esta medida quien tenía el control de este circuito comercial (yerba mate y tabaco) era Santa Fe, después de  1779 lo será Buenos Aires, ella será la que distribuya los productos del Alto Paraná en los mercados.  La importancia del comercio de la yerba queda ampliamente confirmada pues serían la base de una próspera comunidad comercial, incluso durante el gobierno del Dr.  Francia ésta continua siendo el medio de pago para intercambios en el comercio interno y fronterizo (mercados locales e interregionales), esto a pesar de la disminución del comercio por la clausura del libre comercio. Paraguay exportaba con Buenos Aires yerba, tabaco, azúcar y miel, etc. e importaba de la misma ropa y otros bienes provenientes de Europa, de esto se proveían una larga lista de vecinos paraguayos, que practicaban el reparto mercantil, estos mercaderes paraguayos ocupaban cargos concejiles en la Asunción, por lo que se hallaban a merced del crédito de sus corresponsales más ricos de Buenos Aires en la medida que por carecer de reservas de capital negociaban con dinero prestado en Buenos Aires a razón de 8% sobre la ganancia en cada transacción comercial. A esto se le suma el peso de las sisas, alcabalas y arbitrios. Sobre los comerciantes, estos estaban integrados por el sector tradicional que controlaba el poder de la provincia, y en la década de 1760 sufrió un cambio en la medida que existió una nueva inmigración (provenientes de otras regiones de América, de la zona cantábrica, vascos, europeos) que se estableció en Asunción dedicándose al comercio, los que se hicieron del control del cabildo en la década de 1790, y serán los que tras producirse los sucesos de 1810 se mantuvieron leales al Consejo de Regencia.
En el siguiente subcapítulo “La independencia y las relaciones con Buenos Aires”, nos explica que la independencia paraguaya fue un caso precoz de ruptura de vínculos con la metrópoli (España) y la submetrópoli (Buenos Aires), a su vez este proceso no correspondió con las transformaciones de la estructura de la sociedad paraguaya, en vista de que ella mantuvo características del Antiguo Régimen además de experimentar “retardos en la adopción de principios y prácticas políticas modernas”, lo que le hizo adquirir características de formas específicas a pesar de las mismas condiciones internacionales.
A pesar que frente al contexto internacional la opción de muchos países hispanoamericanos fue la insurrección, Paraguay optará por mantenerse leal a la corona, ya que tras el movimiento de mayo de 1810 en Buenos Aires, Asunción no respondió al llamado de la Junta Porteña, por lo que se inició un plan para aislar a Paraguay (quien no reconocía la supremacía de Buenos Aires), esto trajo interrupciones en el comercio, agravándose cuando Paraguay sostiene su fidelidad al Consejo de Regencia[1] (Congreso del 24 de julio de 1810), y estimula lazos de amistad con la junta provisional de Buenos Aires, frente a esta decisión B. Aires suspende y prohíbe todo comercio con Paraguay, así en el congreso Paraguay opta por la creación de una junta de Guerra para garantizar la defensa. A pesar de tal medida, en Paraguay nunca se dieron guerras, ni contra la metrópoli ni una guerra civil.
La autora reconoce 2 fases políticas, del proceso, una corresponde de mayo de 1810 a junio de 1811, donde se dan los cambios locales que se desencadenaron en consecuencia de los sucesos porteños y finalizó con la junta que dio a Velasco y proclamó la independencia frente a toda potencia extranjera, en esta primera etapa la junta de gobierno será un pilar fundamental. La segunda etapa inicia después del golpe de Estado del 14 de mayo de 1811 donde se declaró la independencia el 9 de junio de 1811, esto hasta 1814 cuando se estableció en la República la Dictadura Suprema de Francia.
El gobierno de Francia socavó los lugares de poder heredados de la colonia, iniciándose una dictadura, del cual se trata en el tercer subcapítulo “La dictadura: economía y sociedad”. En el cual se aprueba el Decreto Supremos de 1814, dirigido contra los comerciantes vinculados con Buenos Aires, imponiéndoseles las correspondientes licencias, afirmando siempre el control paraguayo, teniendo el control de los ríos, logrando imponer un control estatal sobre el comercio (el cual estaba a manos de españoles y porteños hasta entonces), en un primer momento ofreció un intercambio directo con Inglaterra a cambio de armas, sin embargo pronto sospechó y no concretó tal intercambio. Tras los conflictos con Buenos Aires por los estancos de tabaco, en 1820 Francia cierra definitivamente los puertos paraguayos (aunque en 1823 se habilitó una válvula con las regiones fronterizas, que el gobierno controlaba), y una consecuencia fue que los comerciantes observaban como su capital se perdía de la misma forma que sus productos se deterioraban, todo esto para tener un mayor control de las actividades comerciales de Paraguay. Respecto a la yerba mate teníamos un panorama no diferente al tabaco. Frente a esta situación en 1830 Francia buscará dar salida a los productos paraguayos comprando a precio corriente del país a los comerciantes y vendiéndolos a altos precios en provincias vecinas, a esto le acompañará la reducción de la alcabala y el diezmo, los mismos impuestos serán disminuidos,  llegando incluso a suprimirlos en 1837, aunque serán restituidos a la muerte de Francia. Otros impuestos fueron al Ramo de Guerra, el derecho al tercio y del estanco.
A todas estas medidas, la autora señala como conclusión que si bien Francia no transó con las viejas formas tampoco las modificó radicalmente, prevaleciendo una sociedad tradicional y eminentemente rural y una organización estatal republicana, que bajo la forma de una dictadura mantuvo las formas básicas del Antiguo Régimen. Su régimen dictatorial, sin embargo, destaca algunos aspectos, por ejemplo su política social, pues al no forzar la maquinaria fiscal y buscar obtener los recursos del Estado por otras vías, les dio ventajas, a la vez que sostenía beneficiar a una mayoría por lo que minó los privilegios de los sectores tradicionales. Y esta doble independencia se refiere a la de la Corona española y a la de Buenos Aires, no sucumbió ante ninguna con el Dr. Francia.


[1] Por hostilidad y reviviendo antiguas competencias con Buenos Aires, Paraguay opta por seguir dependiendo de España. Ye esto demuestra que los acontecimientos que se desencadenaron en la provincia de Paraguay en 1810 no necesariamente son una consecuencia de las acciones de Buenos Aires.

LA DOBLE INDEPENDENCIA PARAGUAYA. ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES


Por Silvia Pablo Caqui
Estudiante de 4º año de la Escuela de Historia (UNMSM)
Miembro del Grupo de Investigaciones Sociales Annalicemos  Hist8ria



La presente nota es una reseña de:
ARECES, Nidia (2010): “La doble independencia paraguaya. Aspectos económicos y sociales”. En: Susana Bandieri (comp.) La historia económica y los procesos de independencia en la América hispana. Buenos Aires: Prometeo Libros, Academia Argentina de Historia Económica. pp. 239-268

La producción historiográfica del proceso de independencia paraguaya se ha centrado en la actuación de personajes llamados héroes, o en ensayos con consideraciones políticas o ideológicas para resolver los posibles antagonismos, lo que conlleva una mirada sesgada; por ello que la autora plantea que es necesario un estudio en su interrelación económica, social y cultural. El marco referencial que utiliza es el proceso, como un antes que se remonta a fines del s. XVIII, y un después que llega hasta mediados del s. XIX.

En el subcapítulo de “La gobernación Intendencia del Paraguay, economía y sociedad” nos dice que el establecimiento del Virreynato del Rio de la Plata, provocó una mayor sujeción de la elite de Paraguay (La Asunción, por la salida atlántica), y a esto se le sumó las medidas de las reformas borbónicas (mayor concentración administrativa, que favoreció el dominio del espacio paraguayo por Buenos Aires).

Los productos que a Paraguay le permitían conectarse con diversas regiones por el exterior, eran la yerba mate y el tabaco, sobre ello en 1779 se instaló la Real Renta de Tabacos, Pólvora y Naipes (reformas borbónicas), lo que produjo una mayor circulación de pesos reales (principalmente en la Asunción). Antes del establecimiento de esta medida, eran los mercaderes los que abastecían todos los insumos y distintos géneros, por lo que eran los principales beneficiados. Antes de esta medida quien tenía el control de este circuito comercial (yerba mate y tabaco) era Santa Fe, después de  1779 lo será Buenos Aires, ella será la que distribuya los productos del Alto Paraná en los mercados.  La importancia del comercio de la yerba queda ampliamente confirmada pues serían la base de una próspera comunidad comercial, incluso durante el gobierno del Dr.  Francia ésta continua siendo el medio de pago para intercambios en el comercio interno y fronterizo (mercados locales e interregionales), esto a pesar de la disminución del comercio por la clausura del libre comercio. Paraguay exportaba con Buenos Aires yerba, tabaco, azúcar y miel, etc. e importaba de la misma ropa y otros bienes provenientes de Europa, de esto se proveían una larga lista de vecinos paraguayos, que practicaban el reparto mercantil, estos mercaderes paraguayos ocupaban cargos concejiles en la Asunción, por lo que se hallaban a merced del crédito de sus corresponsales más ricos de Buenos Aires en la medida que por carecer de reservas de capital negociaban con dinero prestado en Buenos Aires a razón de 8% sobre la ganancia en cada transacción comercial. A esto se le suma el peso de las sisas, alcabalas y arbitrios. Sobre los comerciantes, estos estaban integrados por el sector tradicional que controlaba el poder de la provincia, y en la década de 1760 sufrió un cambio en la medida que existió una nueva inmigración (provenientes de otras regiones de América, de la zona cantábrica, vascos, europeos) que se estableció en Asunción dedicándose al comercio, los que se hicieron del control del cabildo en la década de 1790, y serán los que tras producirse los sucesos de 1810 se mantuvieron leales al Consejo de Regencia.
En el siguiente subcapítulo “La independencia y las relaciones con Buenos Aires”, nos explica que la independencia paraguaya fue un caso precoz de ruptura de vínculos con la metrópoli (España) y la submetrópoli (Buenos Aires), a su vez este proceso no correspondió con las transformaciones de la estructura de la sociedad paraguaya, en vista de que ella mantuvo características del Antiguo Régimen además de experimentar “retardos en la adopción de principios y prácticas políticas modernas”, lo que le hizo adquirir características de formas específicas a pesar de las mismas condiciones internacionales.

A pesar que frente al contexto internacional la opción de muchos países hispanoamericanos fue la insurrección, Paraguay optará por mantenerse leal a la corona, ya que tras el movimiento de mayo de 1810 en Buenos Aires, Asunción no respondió al llamado de la Junta Porteña, por lo que se inició un plan para aislar a Paraguay (quien no reconocía la supremacía de Buenos Aires), esto trajo interrupciones en el comercio, agravándose cuando Paraguay sostiene su fidelidad al Consejo de Regencia[1] (Congreso del 24 de julio de 1810), y estimula lazos de amistad con la junta provisional de Buenos Aires, frente a esta decisión B. Aires suspende y prohíbe todo comercio con Paraguay, así en el congreso Paraguay opta por la creación de una junta de Guerra para garantizar la defensa. A pesar de tal medida, en Paraguay nunca se dieron guerras, ni contra la metrópoli ni una guerra civil.

La autora reconoce 2 fases políticas, del proceso, una corresponde de mayo de 1810 a junio de 1811, donde se dan los cambios locales que se desencadenaron en consecuencia de los sucesos porteños y finalizó con la junta que dio a Velasco y proclamó la independencia frente a toda potencia extranjera, en esta primera etapa la junta de gobierno será un pilar fundamental. La segunda etapa inicia después del golpe de Estado del 14 de mayo de 1811 donde se declaró la independencia el 9 de junio de 1811, esto hasta 1814 cuando se estableció en la República la Dictadura Suprema de Francia.

El gobierno de Francia socavó los lugares de poder heredados de la colonia, iniciándose una dictadura, del cual se trata en el tercer subcapítulo “La dictadura: economía y sociedad”. En el cual se aprueba el Decreto Supremos de 1814, dirigido contra los comerciantes vinculados con Buenos Aires, imponiéndoseles las correspondientes licencias, afirmando siempre el control paraguayo, teniendo el control de los ríos, logrando imponer un control estatal sobre el comercio (el cual estaba a manos de españoles y porteños hasta entonces), en un primer momento ofreció un intercambio directo con Inglaterra a cambio de armas, sin embargo pronto sospechó y no concretó tal intercambio. Tras los conflictos con Buenos Aires por los estancos de tabaco, en 1820 Francia cierra definitivamente los puertos paraguayos (aunque en 1823 se habilitó una válvula con las regiones fronterizas, que el gobierno controlaba), y una consecuencia fue que los comerciantes observaban como su capital se perdía de la misma forma que sus productos se deterioraban, todo esto para tener un mayor control de las actividades comerciales de Paraguay. Respecto a la yerba mate teníamos un panorama no diferente al tabaco. Frente a esta situación en 1830 Francia buscará dar salida a los productos paraguayos comprando a precio corriente del país a los comerciantes y vendiéndolos a altos precios en provincias vecinas, a esto le acompañará la reducción de la alcabala y el diezmo, los mismos impuestos serán disminuidos,  llegando incluso a suprimirlos en 1837, aunque serán restituidos a la muerte de Francia. Otros impuestos fueron al Ramo de Guerra, el derecho al tercio y del estanco.

A todas estas medidas, la autora señala como conclusión que si bien Francia no transó con las viejas formas tampoco las modificó radicalmente, prevaleciendo una sociedad tradicional y eminentemente rural y una organización estatal republicana, que bajo la forma de una dictadura mantuvo las formas básicas del Antiguo Régimen. Su régimen dictatorial, sin embargo, destaca algunos aspectos, por ejemplo su política social, pues al no forzar la maquinaria fiscal y buscar obtener los recursos del Estado por otras vías, les dio ventajas, a la vez que sostenía beneficiar a una mayoría por lo que minó los privilegios de los sectores tradicionales. Y esta doble independencia se refiere a la de la Corona española y a la de Buenos Aires, no sucumbió ante ninguna con el Dr. Francia.




[1] Por hostilidad y reviviendo antiguas competencias con Buenos Aires, Paraguay opta por seguir dependiendo de España. Ye esto demuestra que los acontecimientos que se desencadenaron en la provincia de Paraguay en 1810 no necesariamente son una consecuencia de las acciones de Buenos Aires.

sábado, 22 de junio de 2013

FUNDAMENTALISMO O INTEGRISMO ISLÁMICO, CUESTIONES GENEREALES SOBRE EL TEMA

FUNDAMENTALISMO O INTEGRISMO ISLÁMICO, CUESTIONES GENEREALES SOBRE EL TEMA [1]
Miguel Antacabana Angulo[2]
Ciencias Sociales – UNMSM
Miguel_an@outlook.com
El fundamentalismo generalmente está asociado a las diferentes doctrinas religiosas que promueven una sociedad regida bajo los preceptos de lo que ellos consideran textos matrices y únicos (textos sagrados). A parir de los cuales realizan un constructo que les garantice la estructuración de sistemas políticos “correctos” (aquí lo político y lo religioso van de la mano). En relación a lo dicho, tratare de ejemplificarlo con el llamado integrismo o fundamentalismo islámico. Antes de pasar a desarrollar el tema, debo aclarar que este escrito es en base a un pequeño conjunto de lecturas sobre el tema, vale decir que no pretendo presentar un trabajo riguroso, menos aún una síntesis bibliográfica sobre el integrismo. Por contrario es un primer acercamiento, una visión muy reducida sobre el tema y por tal con muchos errores y omisiones. Así mismo el lector no se encuentra exento de realizarme correcciones.
Los orígenes del fundamentalismo pueden rastrearse desde las sociedades musulmanas del siglo XVI, XVII y XVIII. Durante estos siglos los musulmanes se habían caracterizado por tener sociedades muy conservadoras, con un fuerte apego hacia las escrituras del Coran [3]. Por tal no había distinción entre política y religión, es decir estos dos ámbitos están contenidos dentro de un proyecto de estado. La religión regia la vida del musulmán (lo sigue haciendo). Entrado los subsiguientes siglos los musulmanes empezaron a desarrollar el fundamentalismo islámico o integrismo. Esto se remonta a los años de la ocupación francesa – durante la era napoleónica – y británica de Egipto. Hechos que inician la colonización moderna del Próximo Oriente.
Los orígenes modernos (durante el siglo XX) del integrismo islámico pueden ubicarse en el contexto de las guerras de liberación nacional o guerras por la descolonización. Su desarrollo se dio en base a dos etapas. En la primera etapa, se busca acceder al control del estado e instalar la ley religiosa musulmana como la única que puede regular la sociedad en base a los valores morales. Estos grupos manifiestan una fuerte oposición hacia la construcción de estados modernos (estados-nación) y a la modernidad en su conjunto. Se apela a la interpretación recta de los libros sagrados, con la finalidad de formar un Estado y una sociedad armoniosa.
En la segunda etapa, la construcción de proyectos se centra en la sociedad y en la vida cotidiana. Durante esta etapa se da la formación de organizaciones de tipo político (como los el partido político de los Hermanos Musulmanes) y agrupaciones comunitarias (Hamas o el Hezbolá por ejemplo). 
Esas dos etapas del integrismo islámico se relacionan con lucha por la “integración nacional”. Por ejemplo el nacimiento de los Hermanos Musulmanes se produjo en 1929 con Hassan Al Banna (fundador), quien propuso la lucha contra los británicos en pos de la liberación de Egipto. Al Banna planteaba la vuelta a un gobierno de corte teocrático donde se imponga el islam como única religión. Después del asesinato de Al Banna (12 de febrero de 1949) la propuesta integrista paso a segundo plano, la aparición del nacionalismo árabe (panarabismo) [4] lo eclipsaría durante los años 60 y 70.
Hasan al-Bannā  y el símbolo de  los Hermanos Musulmanes (fuente: webislam.com).

La revitalización del movimiento integrista islámico se inició en 1979 con la llamada Revolución islámica en Irán y con la invasión soviética a zona afgana. Los líderes apelaron a un discurso de unidad religiosa para expulsar a los invasores, a partir de allí el movimiento integrista se expandirá por diversas zonas adyacente al golfo Pérsico, y al continente africano (los países de Malasia y Senegal). Este regenerado movimiento, insta a los grupos islámicos a la intervención política. Así mediante el ejercicio del poder se logra instaurar repúblicas islámicas, regidas bajo los preceptos de la Sharia.
Las tesis políticas del fundamentalismo o integrismo islámico se basan principalmente en el Corán y la Sharia [5]. Esta última es considerada la ley fundamental que ayuda a construir una “verdadera” república islámica. En la sharia se define los ritos y las relaciones entre las personas [6]. Estos preceptos fundamentan la construcción de todo un aparato político de carácter religioso, que trascienda las barreras de cada individuo. Si se atiende de manera específica uno puede darse cuenta que en el plano cultural el fundamentalismo islámico propone el mantenimiento de la poligamia (bajo el principio de la existencia de raíces históricas), que se prohíba los matrimonios entre una musulmana y no musulmán, y viceversa; el derecho del marido a repudiar a su mujer sin que por ello sea juzgado por la ley estatal. En el plano de la justicia penal, se aboga por la aplicación de ley del talión (Hadiz), la amputación de las manos y pies por delitos de robo; flagelación por sexo antes del matrimonio y por adulterio; por consumo de bebidas alcohólicas o por mentira comprobada; y la muerte por deserción a la fe musulmana.
Para los integristas, la aplicación de la ley universal o fundamental es necesario en los países que han sufrido la influencia de la cultura occidental, con la finalidad de restablecer las costumbres. Los fundamentalistas islámicos se muestran muy duros contra las ideologías de la modernidad, el liberalismo y el marxismo; porque representan las máximas expresiones de occidente. Consideran que los occidentales son quienes han provocado la degeneración de la sociedad musulmana.

Bibliografía


[1] Este escrito fue publicado por primera vez en el blog Utopística con el título “Fundamentalismo o integrismo islámico, un primer acercamiento al tema”. Para mayor detalle revisar:
[2] Miembro del Grupo de Investigaciones Annalicemos Historia.
[3] Más adelante se usara conjuntamente con sharia, este último es el corpus jurídico, administrativo, político,  económico y social al cual apelaran los musulmanes.
[4] Postulaba a la unión de los árabe parlantes, dejando de lado la confesión religiosa, con el fin de derrotar al enemigo principal, Israel.
[5] La Sharia es mencionada en las suras (capítulos)  del Corán.
[6] Las relacionadas a la matrimonio, el comercio, la industria, leyes civiles y penales; a nivel administrativo establece la sanciones contra los funcionarios.