domingo, 16 de mayo de 2010

Terrorismo visual en la Capital del Pacífico.

He aquí algunos de los últimos artículos del historiador Virgilio Freddy Cabanillas (profesor de la UNMSM) sobre el patrimonio histórico relacionado al abandono por parte del gobierno de turno, y el siguiente un caso más de "olvido" estatal por una burocracia clasica de nuestro país reflejado en el caso del Museo de la Nación.



Virgilio Freddy Cabanillas


El Presidente de la República ha dicho que Lima va a ser la capital del Pacífico. No se pude negar que hay una gran inversión en infraestructura: varios kilómetros de pistas y veredas han sido remozados, el Metropolitano y el largamente esperado tren eléctrico optimizarán el traslado de los ciudadanos a sus hogares y centros laborales, la Costa Verde se transforma con un malecón, el Estadio Nacional es modernizado, decenas de enormes centros comerciales surgen por toda la ciudad. Sin embargo, los sitios de valor histórico están -en su mayor parte- descuidados y hasta abandonados. Y la inversión en la infraestructura de los museos estatales es ínfima. [1]
Lima es una de las pocas ciudades de Sudamérica que ostenta el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Desgraciadamente, pocas veces nuestras autoridades han estado a la altura de tan pomposo como certero título. Para los que caminamos cotidianamente por el Centro Histórico, es lamentable ver el descuido de la ciudad: fachadas asquerosas y/o pintadas por sectores con colores diferentes, techos con desperdicios o con informales construcciones disonantes, balcones en peligro, [2] balaustradas y cornisas en proceso de destrucción, casonas apuntaladas como sea, esculturas mutiladas, urinarios públicos permanentemente consentidos,[3] humo contaminante de carros que han pasado por “revisiones técnicas”, una iglesia incendiada y olvidada, algunas restauraciones de nunca acabar, etc. Antes sólo nos quedaba lamentarlo, no podíamos esperar soluciones a estos problemas en un país agobiado por carencias económicas. Sin embargo, hoy tenemos derecho a exigir atención al patrimonio arquitectónico-artístico de la ciudad, ya que es evidente que dinero es lo que sobra. Hemos visto que por decisión política se han renovado numerosas pistas en toda la ciudad, se están “remodelando” plazas, han colocando adoquines colorados en las veredas del Centro Histórico, se invierte generosamente en la colocación de farolas plateadas, etc.
En toda gestión hay prioridades. Si la ciudad tiene dinero para su ornato, éste debe emplearse principalmente en la conservación de su arquitectura y escultura monumental. Es absurdo lo que pasa hoy en Lima, tenemos calles con veredas nuevas, pero al alzar la vista vemos las casonas y balcones en riesgo de derrumbe. Cierto que muchas de las construcciones son de propiedad privada, pero es evidente que sus dueños no las van a recuperar -por desinterés o por carencia de medios económicos-, entonces es imperativa la intervención de las autoridades. Estas edificaciones guardan la memoria de la ciudad, configuran su identidad. Un paisaje urbano que ha sido considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad, no puede perderse por la ignorancia de autoridades que desprecian el arte.[4] Su desesperación por hacer obras que les signifiquen votos futuros, les ha llevado a preferir veredas rojas y farolas intrusas por encima de lo que hace de Lima una ciudad valiosa: su patrimonio arquitectónico-artístico.
Cuando visitamos una ciudad y observamos sus pistas y veredas en mal estado, sin duda pensamos que las autoridades son descuidadas; pero cuando vemos el patrimonio monumental de una localidad en peligro, entonces no dudamos en calificar de bárbaros a los que detentan autoridad. Aquí hay una lista de cosas que requieren inmediata intervención.


Garagay
Si bien en Lima hay experiencias importantes de recuperación de monumentos de la antigüedad andina (Puruchuco, Pucllana, Huaca Santa Catalina, Mateo Salado, etc.), los casos de destrucción son incontables; incluso las mismas autoridades ponen en peligro los sitios arqueológicos.[5]
Garagay -en San Martín de Porres- es un caso emblemático que debe ser resuelto con urgencia. Se trata del centro ceremonial más importante de Lima por su antigüedad: el período Formativo Pre-Chavín. El sitio fue estudiado sólo en parte, pero ha sufrido los estragos de las invasiones, la acción de las ladrilleras, el maltrato de sus frisos policromados y lo que es peor, la instalación de una torre de alta tensión en su parte alta. Este acto de barbarie ocurrió en los años 60 y hasta ahora no se resuelve. Lima no respeta a sus ancestros.
Arquitectura virreinal y republicana
La riqueza arquitectónica del Centro Histórico, Barrios Altos, Rímac y La Victoria es innegable. Es hora de que las autoridades piensen en serio en restaurar -por sectores- nuestros barrios y edificios representativos. Experiencias como la de jirón Ancash -la cuadra donde se ubica la Casa de las Trece Puertas-[6] revelan como quedaría Lima si se pusiera en valor su arquitectura. Además, la restauración debe preparar los edificios para el gran sismo que algún día asolará esta despreocupada ciudad. Poner en valor la arquitectura virreinal y republicana significará salvar el patrimonio, la identidad de la ciudad y la vida de miles de personas.[7]
Este proceso debe estar acompañado con la inversión en problemática social: programas de apoyo psicológico a las familias disfuncionales, desintoxicación de niños y jóvenes drogodependientes, capacitación laboral de jóvenes en peligro de ser arrastrados por el pandillaje y la delincuencia, desaparición de cantinas de “mala muerte”, creación de bibliotecas barriales, control de cabinas de Internet que ofrecen juegos violentos a los niños, recuperación de la tradición oral, etc. Basta ya de gastar toda la plata en pistas y veredas, los políticos tienen la obligación de invertir en el futuro y no sólo en obras inmediatas, visibles y electoreras.
Arquitectura peruana del siglo XX
En los años 20 del siglo pasado surgieron tres estilos que buscaban crear una arquitectura nacional: el indigenista o neo-inca -aunque también usó motivos de otras culturas-, el neocolonial o neobarroco y el neoperuano. Del primero y del último hay pocos ejemplos, en cambio el neocolonial ha dejado numerosos edificios en el Centro Histórico, Jesús María, Pueblo Libre, San Isidro, Magdalena, Miraflores, etc.
Es necesario un inventario de los tres estilos [8] y luego una clasificación según la importancia de los edificios para proceder a su protección. Las construcciones más representativas deben conservarse íntegramente y las autoridades tienen que brindar todas las facilidades que requieran las familias o instituciones propietarias.
Otras edificaciones menos trascendentes deben ser salvadas -al menos- en las fachadas. Los arquitectos pueden solucionar este impase entre tradición y modernidad. Para eso son creativos. No permitamos que se siga destruyendo la arquitectura de la ciudad, como ha ocurrido en avenidas como Salaverry, San Felipe, Arequipa, etc.
El Cementerio Presbítero Maestro.
Inaugurado en 1808. Lleva el nombre de su fundador. Es uno de los más importantes conjuntos de escultura funeraria de América Latina. Obras de artistas italianos, franceses y peruanos. El abandono que ha sufrido el cementerio es una verdadera vergüenza nacional. Durante años se ha permitido el saqueo sistemático de esculturas (se han perdido por lo menos setenta), así como diversos elementos de mármol y bronce arrancados de los mausoleos. Para colmo de males, una fundición cercana emite humos que contribuyen al deterioro de las obras de arte. Y en medio de la indiferencia, la lucha quijotesca de Alfonso Castrillón y Luis Repetto por salvar este singular monumento.
Ya que en tantos años la Beneficencia Pública no ha podido brindarle conservación ni seguridad al cementerio, es necesaria la intervención de las más altas autoridades del Estado. Urge una decisión gubernamental.
Alameda de los Descalzos.
Construida por el virrey Marqués de Montesclaros en 1611. En el siglo XIX se colocaron las doce estatuas de mármol que representan a los signos del zodíaco y seis más pequeñas en la entrada principal (dioses griegos). Todo el conjunto escultórico es obra de artistas italianos.
La situación de la Alameda de los Descalzos es otra vergüenza nacional. Es la prueba más palpable de que las autoridades peruanas desprecian el arte. No se explica de otra manera que se haya permitido durante tantos años el robo de las bancas y de secciones de la reja de hierro así como la mutilación y pintarrajeo de las esculturas. El caso más grave y reciente es el daño que ha sufrido la escultura de Cáncer.
El conjunto monumental necesita restauración urgente y sobre todo vigilancia permanente. Además, al fondo de la Alameda se encuentra el Convento de los Descalzos, con su importante museo de arte religioso. ¿Alguna vez han visto resguardo policial en este museo? A las autoridades no les interesa en absoluto brindar seguridad a un recinto que conserva importante muestras del Patrimonio de la Nación. Un museo que ha sufrido robos impunes y previsibles. Para no ir tan lejos, basta comparar con Bogotá. En esa ciudad todas las iglesias coloniales y los museos tienen vigilancia constante. ¿Por qué en Lima tenemos que resignarnos a la barbarie?
Recientemente ha circulado la noticia de la inminente restauración de la Alameda. Lo mismo dicen todos los años. Si esta vez va en serio hay que tener en cuenta lo siguiente: la restauración de las esculturas debe estar a cargo de especialistas, cualquiera no puede meter la mano en las obras. Además, terminada la intervención se necesita vigilancia permanente, especialmente nocturna. A eso hay que agregar el entorno social. La gente debe integrarse al proceso de recuperación y puesta en valor, para recibir los beneficios del turismo que será un factor de progreso para los vecinos. Si no es así, todo es en vano.
Que no ocurra lo que ha pasado en Jr. Trujillo. Ha sido buena idea convertirlo en paseo peatonal, pero han hecho mucha propaganda (placa huachafa incluida) cuando en realidad la arquitectura no ha sido restaurada. Una vergüenza inaugurar la obra con la iglesia de San Lázaro pintada a medias.El patrimonio necesita restauración integral, no basta con "maquillajes".
Colección de réplicas de esculturas clásicas de la Escuela de Bellas Artes.
Donación de Rafael Larco (1935). Obras griegas, romanas y renacentistas. Esta valiosa colección ha recibido tanto maltrato como la Escuela de Bellas Artes. Las esculturas están rasguñadas, pintarrajeadas y en algunos casos mutiladas; por ejemplo, uno de los hijos de Laocoonte ha perdido la cabeza. La ubicación de las estatuas entre las galerías y bajo los arcos de los claustros, no permite apreciarlas, además que las expone constantemente a daños.
Creemos que luego de restaurar el conjunto hay que replantear su ubicación. Tal vez el Estado debería comprar alguna de las casonas del Centro Histórico y luego de recuperarla entregarla a la Escuela de Bellas Artes para que funcione ahí un museo de escultura clásica.[9] Las comparaciones son odiosas, pero es un ejemplo el cuidado que las réplicas de las esculturas europeas reciben en México (Museo Nacional de las Culturas y Museo Nacional San Carlos) o en Brasil (Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro) y es indignante el maltrato que reciben en Lima.
Monumento a la Victoria del Dos de Mayo.
Arquitecto E. Guillaume y escultor L. Cugnot (franceses). Se inauguró en 1874. La obra está mutilada. Han sido cortadas las espadas de José Gálvez y la que portaba la alegoría del Perú. Ahora es un monumento a la patria desarmada. La columna es pura mugre. Los faroles esféricos desaparecieron hace tiempo y la municipalidad en vez de reponerlos ha asumido que nunca existieron.
El entorno arquitectónico es de la década del 20 del siglo pasado y no tiene igual en Lima. Desgraciadamente los ocho edificios afrancesados se encuentran en proceso de deterioro. En las ventanas se lucen carteles publicitarios que hasta hace algunos años estaban prohibidos. Lo peor son las letras gigantes de la CGTP colocadas por partida doble. Además, cuelgan gigantografías a cada rato. Las calles de los alrededores están llenas de suciedad, ladrones y caos por todas partes.
Para colmo, a alguien se le ocurrió pintar los edificios de celeste, eliminando el matiz ladrillo que por décadas identificó a este conjunto monumental.
Monumento al coronel Francisco Bolognesi.
Agustín Querol (español). Inaugurado en 1905. La estatua principal fue cambiada en 1954 por otra del escultor peruano Artemio Ocaña. La pieza original de Querol[10] se conserva la Fortaleza del Real Felipe (Callao).
El monumento a Bolognesi es otro ejemplo de mutilación. Ha sido cortado el sable de uno de los soldados de la parte inferior del monumento (el abanderado). Denunciamos esto en 1991, por las puras. Cada año las autoridades se reúnen para el juramento de fidelidad a la bandera, ¿cómo es posible que no se den cuenta? Sin duda han visto el daño, pero aquí sobra el dinero para romper veredas y hacerlas de nuevo, pero no pueden reponer un sable de bronce. Ahora vemos que también está mutilado el fusil de uno de los soldados.
El pilar que sirve de eje al monumento ha sido pintado de un extraño color verde pálido y la base del monumento de negro. Es típico en Lima que las autoridades decidan desvirtuar los monumentos que deberían proteger.
El capitel y dos figuras alegóricas están pintados de blanco, pero suponemos que son de mármol.[11] Habría que hacer un trabajo cuidadoso para eliminar los agregados inútiles.
El entorno arquitectónico es casi tan bello como la Plaza Dos de Mayo. Aquí también la suciedad y el caos campean por todas partes. Una importante sección de pared -que mira a la Av. Arica- se derrumbó hace varios años y las diversas gestiones municipales de Breña no se dan por enteradas. Una de las cosas más grotescas que hemos visto es el cartel en el que Breña agradecía al presidente de la República por arreglar la avenida. Dicho cartel fue colocado precisamente delante de la pared derrumbada. Hay dinero para la pista, pero no lo hay para reconstruir uno de los mejores espacios arquitectónicos de la ciudad. Hoy se aprecia un cartel gigante que indica que el edificio afectado es un “monumento histórico”.
Hay que agregar que en esta plaza también se cambió el color característico (amarillo pálido) que lucieron los edificios durante décadas. Ahora están pintados de un matiz ladrillo. Las autoridades tienen la obligación de devolver los colores auténticos a las plazas Dos de Mayo y Bolognesi.
Pero hay más. El olor pestilente que tiene el monumento se debe a la casi media docena de gatos que viven -y hacen sus necesidades- entre las figuras escultóricas.
Algunos de mis alumnos pretendieron entregar una carta de reclamo al municipio de Breña. La burocracia los derivó de un lado a otro para no recibir el documento. La opinión de los ciudadanos les interesa menos que el monumento.
Monumento al mariscal Ramón Castilla. Plaza Unión.
José Luis Peña y Peña, 1969. Es una de las mejores estatuas ecuestres de Lima, pero también ha sufrido mutilaciones: se han robado las cadenas que portaba el afro-peruano en actitud de romperlas. También han sido cortadas la espada y la balanza de la alegoría de la Justicia, así como el atributo que portaba la alegoría de la Ley. Las inscripciones que identificaban a las figuras alegóricas han desaparecido.
La anodina reja no es digna de semejante monumento, además tiene dos sectores abiertos por los que sujetos indeseables ingresan para dormir y hacer sus necesidades. El pedestal de la escultura es receptáculo de excrementos humanos. Para comprobarlo pueden infiltrarse por los forados. Si soportan la pestilencia.
En el caso de esta plaza, el entorno arquitectónico no tiene valor, pero al menos debería estar limpio y ordenado. Por lo menos se puede pintar en un tono uniforme. El que se atreva a pasear por la zona encontrará suciedad y peligro. Los árboles que se encontraban en la Av. Emancipación -rumbo a esta plaza- han sido arrasados por el municipio limeño.[12] Aunque parezca mentira los cortaron para luego colocar otros nuevos. Ahora hay que esperar que crezcan. Por otra parte, en los alrededores hay numerosos reducidores de metales. ¿No habrán terminado ahí las piezas arrancadas de los monumentos? Las autoridades deberían darse una vuelta por Oroya y calles aledañas.
Después de visitar este monumento, uno recuerda indignado cierta publicidad engañosa y cachacienta: “Lima está linda, cuídala”.
Monumento al mariscal Andrés A. Cáceres.
Luis Agurto, 1951. Jesús María. Actualmente la plaza y el monumento lucen impecables. Pero hay que recuperar una de las esculturas: el fusil del soldado ha sido mutilado. No estaría demás restaurar los relieves laterales (batallas de Tarapacá y Marcavalle) donde también cortaron varios elementos.
Monumento a Manco Cápac.
David Lozano, 1926. A alguna autoridad despistada se le ocurrió pintar de dorado los bordes de la capa y las plumas del inca, esta huachafería le restó dignidad al monumento, pero afortunadamente la pintura intrusa se está perdiendo. Antes -durante el nefasto fujimorismo- un alcalde cretino puso una reja de color anaranjado alrededor de la plaza. Otra gestión la retiró. ¿No debería haber algún tipo de sanción a los burgomaestres que malogran la ciudad? Con mayor razón cuando el acto tiene tinte político.
En la avenida Manco Cápac se lucían tres bustos de incas. Recientemente desaparecieron dos. Lo indignante es que después de los robos el municipio limeño remodeló toda la avenida, pero a nadie se le ocurrió reponer las esculturas o -al menos- retirar los pedestales vacíos. Es urgente trasladar a un lugar seguro el busto sobreviviente antes que desaparezca. Salvemos al último inca.[13]
En líneas generales, La Victoria tiene muchos atractivos, como por ejemplo muestras de arquitectura del siglo XX con grandes valores plásticos. Los edificios están diseminados por todas partes, pero lamentablemente nadie los visita por la amenaza de la delincuencia, o porque están sucios y deteriorados. Por ejemplo los balcones de antepecho al frente de Polvos Azules o en la misma plaza Manco Cápac, o el bello edificio con elementos clásicos a un lado del Mercado Mayorista. Sugerimos hacer un estudio de los edificios de valor histórico-arquitectónico -los hay de varios estilos en este distrito- para emprender su restauración. No permitan que alguien los derrumbe con el pretexto de la modernidad.
Campo de Marte.
1. Plaza del Niño. Miguel Baca Rossi, 1968. El campo de Marte luce muy bien, pero se han olvidado de restaurar la Plaza del Niño. Se trata de un conjunto escultórico de tres piezas: los niños que estudian, el niño trabajador (canillita) y el niño deportista. El último desapareció hace muchos años y jamás fue repuesto. Ni siquiera tienen la delicadeza de retirar el pedestal vacío que pone en evidencia el latrocinio.
La falta de criterio y el afán por desperdiciar el dinero son palpables en el Campo de Marte. El municipio de Jesús María retiró una escultura de César Vallejo sedente -que nos daba la bienvenida al llegar al sitio- y la trasladó a inmediaciones del Parque de los Próceres. En su lugar construyó una pileta ornamental. Luego dieron marcha atrás y devolvieron a Vallejo al emplazamiento original, para colocarlo encima de la pileta. ¿Es normal invertir el dinero en barbaridades este tipo cuando muy cerca hay una obra de arte -el niño faltante- que necesita ser restaurada? ¿Qué nos pasa?
2. El ojo que llora. Lika Mutal, 2005. La intolerancia, el fanatismo y la ignorancia atentaron dos veces contra este singular monumento que recuerda a las víctimas de la violencia política. La municipalidad de Jesús María debería restaurar la obra y prever los movimientos de las hordas fujimoristas para evitar nuevos ataques.
Plaza Francia.
Estatua de La Libertad. Obra obsequiada por la colonia francesa. Se inauguró en 1926.
Este es un caso que sólo puede ocurrir en el Perú. Hace varios meses mutilaron la estatua, quedando la alegoría sin su atributo característico: la antorcha. Semanas después se iniciaron las obras de remodelación de la plaza Francia. Culminada la intervención fuimos a observar la estatua y grande fue nuestra indignación al comprobar que la escultura seguía incompleta. Tampoco repusieron la placa correspondiente. Levantaron y cambiaron todo el piso pero nunca se dieron cuenta que el objeto más importante del lugar estaba mutilado. Aquí hay alguien que no sólo es mudo, también es ciego.
Monumento a George Washington.
Réplica de la obra de Jean-Antoine Houdon. Se inauguró en 1922. La plaza también ha sido “remodelada” por la actual gestión municipal. El resultado ha sido lamentable. Han destruido la banca semicircular que acompañaba a la estatua de Washington, desfigurando así el diseño tradicional del monumento. Desperdicio de dinero y daños al patrimonio de la ciudad, todo para colocar la propaganda del alcalde de turno.
Monumento a Humboldt.
Obra del escultor alemán David Dancer, 1935. Este conjunto escultórico es el caso más escandaloso de robo sistemático e indiferencia de las autoridades. Las piezas de bronce fueron arrancadas una a una: el pequeño mamífero, las aves marinas, el osito; dejando la cabeza del sabio alemán en la más espantosa soledad. [14]
Cuando se remodeló el Parque de la Exposición construyeron una réplica del conjunto escultórico, pero lamentablemente esta obra no está a la altura del original. Basta ver las fotografías antiguas y apelar a nuestra memoria visual para comprobar que las proporciones de las piezas han variado.
La pobre réplica ha sido dorada hasta el ridículo y su pedestal pintado de plomo-azulado, el mismo color que lucen los baños del parque. Su espacio está invadido por una feria que le sirve de velo y evita su contemplación. Hay que hacer malabares para observarla. Esfuerzo en vano, ya que luce horrible. Pidamos perdón a la memoria del sabio Humboldt.[15]
Monumento a la familia.
Miguel Baca Rossi. Plaza San José, Jesús María. Otro caso de intervención desafortunada. Las piezas de bronce lucen un estridente dorado que afea el conjunto. Los cambios de color son una falta de respeto a la obra de los artistas. Entiendan eso señores alcaldes. Ver la imagen original en:
http://www.bacarossi.com/es/Monumentos.html.

Alameda Chabuca Granda.
Con un polémico pero interesante diseño arquitectónico de Javier Artadi, se recuperó este espacio para la ciudad en 1999. Fue durante la gestión del Dr. Andrade.
Hoy vemos que el relieve con el retrato de la gran compositora peruana ha desaparecido. Sólo queda el pedestal vacío. Suponemos que ahí también estaba indicando el nombre del alcalde que hizo la obra.
Resulta bastante extraño el robo a sólo unos metros del Palacio de Gobierno. La actual gestión municipal debe reponer el relieve y colocar la placa con el nombre del Dr. Andrade. Justo homenaje para el alcalde que recuperó la ciudad. [16] Además hay que poner fin a las ferias que tienen invadido ese espacio urbano. [17]
Plaza Perú.
Esta es una historia de despropósitos. La Plaza de Armas de Lima es parte principal de la típica ciudad virreinal diseñada en damero. Este planteamiento original fue deformado al incorporar el patio de honor del nuevo Palacio de Gobierno (década del 30) y con la creación de la plaza para el monumento de Francisco Pizarro (década del 50). En esa esquina había arquitectura y fue eliminada para dar paso a la escultura del conquistador español (obra del norteamericano Charles Cary Rumsey).
La estatua ecuestre ha sido objeto de grandes polémicas. En general, la población estaba en desacuerdo con tener un monumento al conquistador del Perú en el corazón de la capital. Vox populi, vox Dei, la actual gestión municipal trasladó la escultura al Parque de la Muralla, lugar en el que ya no molesta a nadie.
El problema es la denominada Plaza Perú. La estatua fue reemplazada por una pileta ornamental, un monumento al absurdo si se tiene en cuenta que compite con la cercana fuente virreinal, una joya de 1651 emplazada al centro de la Plaza de Armas.
De alguna manera, el Pizarro ecuestre llenaba visualmente el vacío arquitectónico de la manoseada esquina. Lógicamente debió ser reemplazado por otro monumento escultórico, por ejemplo una alegoría de la nación peruana. Tal vez se realice en el futuro. Dado el caso, la obra será resultado de un concurso entre escultores con un jurado de arquitectos, historiadores y críticos de arte. Nada de caprichitos personales de los jumentos de turno.
Nos preguntamos si los arquitectos se animarían a plantear otras soluciones a la esquina vacía, tal vez la reconstitución visual del volumen arquitectónico. Queda pendiente resolver la existencia de este hueco que no corresponde al diseño original de la Plaza de Armas de Lima.
Parque de la Reserva.
Obra colectiva inaugurada en 1929 y desnaturalizada por la actual gestión municipal. El Circuito “Mágico” del Agua es la obra de la que se siente más orgulloso el alcalde de Lima. Y cuenta con amplio apoyo de la población. Sin embargo, para nosotros esta obra es un verdadero escándalo. Millones de dólares invertidos en el más grande monumento a la huachafería.[18] Dinero de la ciudad que debió emplearse en su Patrimonio monumental-artístico. Dinero malgastado en la desfiguración del diseño y el sentido de uno de los más importantes espacios públicos de Lima. Dinero de la ciudad invertido en la patológica campaña electoral permanente del Dr. Castañeda.
Ahora la gente visita el parque de noche, para poder apreciar el “mágico” espectáculo de la luz y el agua. El diseño original del conjunto pasa desapercibido. Donde antes entrábamos libremente recordando a los limeños que se alistaron en el Ejército de Reserva para enfrentar a la invasión chilena, ahora tenemos que pagar por un rato de diversión. El acceso sólo es posible en el horario en que funcionan las “mágicas” fuentes.
Nadie niega que el circuito es entretenido, se pueden tomar bonitas fotografías con la familia, etc. Pero si era necesario hacerlas -yo creo que no- se debió escoger otro lugar, no tenían que perjudicar a este tradicional paseo público.
Si hay algo positivo en el nuevo Parque de la Reserva es la restauración de la casa moche de José Sabogal. Pero los genios que administran el lugar la usan como depósito. También hay que destacar la instalación de una réplica de la escultura El niño del ñoco (Raúl Franco Ochoa), cuyo original (Ismael Pozo) desapareció en 1992.
Uno de los elementos originales del parque que pasa desapercibido, es la iconografía representada en los tres frisos elaborados por Daniel Casafranca, uno central y dos laterales más pequeños. Son escenas alegóricas de actividades de la sociedad inca: la adoración a los dioses, las artes plásticas, la música y la danza. La escena central es un ritual del Antiguo Perú en el que diversos personajes desnudos o semidesnudos, convergen hacia una imagen central: nada menos que el sol de los incas. En realidad es una máscara funeraria sicán a la que se le han agregado rayos. Otros motivos notables son el puma, la llama, las vasijas de base trípode, un huaco retrato moche y el monolito del Degollador de Pukara (que había sido descubierto por Valcárcel en 1925). Por su parte, algunos personajes se desplazan en un movimiento que recuerda al cortejo de un dios clásico. Compárese, por ejemplo, con el cuadro de Tiziano Baco y Ariadna (1522). Incluso el detalle de los felinos. Todo esto pasa desapercibido para que se luzcan las fuentes del Dr. Castañeda.
Para agrandar el despropósito, el diseño actual del Parque de la Reserva ha dejado de lado las tres esculturas de Cristina Gálvez que se encontraban en su interior. Recordamos que se trataba de un felino, un ave y un pez. Hemos visitado el parque varias veces buscando estas obras de arte por todos sus rincones. Gran desilusión. Los atrevidos que intervinieron este espacio público desconocen la valía de estas piezas creadas por una de nuestras más destacadas artistas. Por respeto a la finada solicitamos a la municipalidad que informe cuál es el sitio al que han sido trasladadas las esculturas. No vayan a salir con que se han perdido porque eso sería escandaloso. Poco antes de la “remodelación” del Parque de la Reserva los animales de Cristina Gálvez estaban ahí. Y deben volver.
Parque Neptuno.
En una ciudad declarada Patrimonio Cultural del Mundo, un alcalde que cree que está re-fundando la ciudad, se atreve a cambiarle de nombre a los espacios públicos tradicionales. Esta falta de respeto a la memoria urbana ha ocurrido en el Parque Neptuno, ahora llamado “Parque de Museos”. Además de inapropiado es absurdo, ya que en dicho sitio sólo hay un museo (el de arte italiano). Tal vez han pensado que el Centro de Estudios Histórico Militares es un museo. Esta gente ni siquiera conoce los espacios que interviene.
Hay cosas interesantes que se pueden hacer en el Parque Neptuno (llamado así por la fuente con una escultura decimonónica del dios griego), como por ejemplo la reconstitución del conjunto escultórico del Molino de Santa Clara, ahora disperso (Biblioteca Nacional, Museo de Arte Italiano, etc.). Las esculturas representan a personalidades de la cultura italiana y estarían mejor ubicadas en los alrededores del citado museo. No olvidemos que las estatuas conformaban una serie, no tiene sentido que continúen aisladas.
Paseo Colón.
Además de la estatua dedicada al famoso navegante -obra del escultor italiano Salvatore Revelli- en este espacio público se ubicaron las cuatros estatuas italianas del siglo XIX que representan a la estaciones. Hace varios años la alegoría del invierno fue derribada por un vehículo y hasta ahora no ha sido repuesta. “Duerme” olvidada en un depósito municipal.[19]
Los primeros días de febrero de este año hemos visto atónitos el inicio de la remodelación del Paseo Colón: han levantado los pisos sin haber retirado las estatuas. Una máquina mal dirigida y se pueden traer abajo una obra de arte. ¿Es tan difícil darse cuenta de lo obvio? La persona que dirige la obra ni siquiera se preocupó en cubrir las esculturas.[20]

Pinturas murales.
Importantes obras de artistas nacionales merecen la atención de nuestras autoridades. Aquí algunas:
1. Murales sobre la educación peruana. Teodoro Núñez Ureta, Enrique Camino Brent, Juan Manuel Ugarte Eléspuru y Carlos Quispez Asín, en el ex - Ministerio de Educación.
Durante el Fujimorato el edificio pasó a ser local del Poder Judicial. De esta manera los murales quedaron descontextualizados. Cuando se acude a pedir permiso para fotografiar las pinturas, nadie en el edificio sabe quién es el encargado y la gestión se convierte en un peregrinaje de oficina en oficina. Si se intenta tomar fotografías sin hacer la gestión, los vigilantes caen sobre uno como si se estuviera cometiendo un delito.
2. Marinera limeña y Huayno: pinturas de Teodoro Núñez Ureta en el Edificio Tacna. Estas obras de arte están en peligro de desaparecer. Están dañadas gravemente hace muchos años y siguen esperando la conmiseración de las autoridades. Se pueden apreciar los murales en la Av. Tacna 592.
3. Perú: pasado, presente y futuro. Juan Manuel Ugarte Eléspuru. Importante mural de 14 x 9 mts. en la capilla del colegio de teología de Santo Tomás, hoy auditorio del colegio Mercedes Cabello de Carbonera. La pintura es desconocida para el público cuando podría ser un atractivo. Sugerimos que el viejo bus que como gran cachivache se guarda en el antiguo atrio de la iglesia, sea retirado para dejar libre la puerta. Así podríamos apreciar la bella portada virreinal y el público podría acceder -previo pago módico al colegio- para contemplar el mural.
4. Mito de Pomona. Mural de mosaico de Carlos Quizpez Asín (1967). Municipalidad de Lince. La obra se encuentra en buen estado, pero a alguien se le ocurrió sembrar un par de palmeras que están creciendo y dificultan la visualización del mural.
5. Mural de la Vía Expresa (Miraflores). Ricardo Wiesse, 1992. Gran mural de mosaico que necesita urgente limpieza y reintegración de las teselas que se han desprendido. Sorprende que las actuales autoridades miraflorinas no muestren interés por esta notable obra de arte.
6. Mural sobre los Derechos Humanos. Víctor Delfín, 2001. Ubicado en la sede de la Asociación Pro-Derechos Humanos APRODEH: calle Pachacútec 980 (Jesús María). El mural fue malogrado el año 2004 por las hordas que desprecian la vida, la libertad y el arte. Urge restaurarlo.
7. Murales de los colegios Bartolomé Herrera y Melitón Carvajal. Las autoridades han destruido los murales con alegorías de la educación, un acto vandálico del que nadie dice absolutamente nada. La modernización no puede ser sinónimo de destrucción del arte.
Puentes sobre el río Rímac.
Dos puentes importantes tenemos sobre el río Rímac. El Puente de Piedra edificado en tiempos del virrey Montesclaros (1610) y el Puente Balta de la casa Eiffel (1869). Desgraciadamente, el paisaje de esta parte del Centro Histórico ha sido desvirtuado con la agresiva inclusión del horrible puente denominado “Rayos de Sol”. Cierto que la “cosa” es útil, pero cuando se construye una obra arquitectónica en un centro histórico hay que respetar el entorno. Un adefesio no pude destacarse más que las obras de valor histórico. Para colmo le ponen lucecitas nocturnas y le dan un nombre ridículo.
Algo similar ha pasado con el Paseo de los Héroes Navales. Toda la visualidad del espacio monumental -frente al Palacio de Justicia- ha sido destrozada por la erección de chimeneas, que son parte de la obra vial subterránea que están construyendo. ¿Quién es el aprendiz de arquitecto que está jugando a deformar Lima?[21]
Volviendo al río, tenemos que agregar que en el Puente de Piedra existe una placa con una inscripción mentirosa: el puente ha sido “reconstruido” por el Dr. Castañeda. Confundir premeditadamente restauración con reconstrucción es el colmo de la desvergüenza. Lo que ha sido reconstruido recientemente es el tramo moderno que está sobre la Vía de Evitamiento (Puente Trujillo). Pero la placa está en la parte antigua hace varios años.


Monumento a César Vallejo.
Miguel Baca Rossi, 1983. Emplazado frente al teatro Segura. Al municipio se le ocurrió cambiar su recio pedestal por otro más bien anodino. Todo para colocar una placa con el nombre del actual alcalde. El colmo de la desvergüenza.
Monumento al Libertador San Martín.
Obra del escultor italiano Piero Nicole, 1906. Barranco. Una de las placas triangulares de mármol que coronan el obelisco se ha desprendido. En general el monumento luce descuidado.
Monumento al Contralmirante Manuel Villar.
Manuel Gómez, 1967. San Isidro. Trozos de mármol se han desprendido de la estructura geométrica que acompaña a la estatua del vencedor de Abato.
Monumento a Elías Aguirre.
Artemio Ocaña, 1959. Ubicado en Lince, el conjunto escultórico está sucio y el pedestal con numerosas rajaduras.
Plaza de la Medicina Peruana.
Frente al hospital Dos de Mayo. En 1953 se inauguró un monumento a Daniel Alcides Carrión, obra de José H. Huerta. Desde 1972 el sitio se denomina Plaza de la Historia de la Medicina Peruana.
La escultura original fue reemplazada por un polémico trabajo de Juan Manuel Ugarte Eléspuru -pintor, no escultor- Marcelino Álvarez y Williams Buendía. En la plaza se instalaron bustos de destacados médicos peruanos y réplicas de los diseños Sechín.
La plaza hoy luce mugrienta, un baño público habitado por seres marginales, con evidencias de vandalismo por todos lados. Es evidente la desaparición de 24 bustos, quedan todavía 25. Los saqueadores están a punto de empatarnos.
Plazuela del Cercado.
Es el corazón del tradicional Barrio del Cercado. La visita a este espacio urbano no puede ser más desoladora. La fuente ha sido mutilada y está cubierta por numerosas pintas. Del agua, ni un chorro. Las esculturas de mármol también están afectadas, principalmente la alegoría de la Justicia, que ha perdido la espada. Además hay un pedestal vacío.[22] Lo más grave del asunto es que la plazuela tiene como vecina principal a una dependencia de la PNP. Los vándalos actúan impunemente a pesar de la presencia de la autoridad policial. A la policía se la respeta, a los monumentos también.
Plazuela Buenos Aires.
Ubicada entre los jirones Huánuco y Miró Quesada, a unos pasos de la iglesia de Cocharcas. Es otro caso vergonzoso de abandono de un espacio urbano. La antigua fuente es imponente pero está dañada. Y por supuesto, no funciona. De las quince farolas de la plaza, sólo una tiene luminaria. En los alrededores campean la suciedad y el peligro. Algunos balcones se resisten a caer. Viendo esta histórica fuente de Barrios Altos, uno piensa en el despilfarro carnavalesco del Dr. Castañeda y sus “mágicas” piletas.
Las amazonas.
Dos esculturas de Sérvulo Gutiérrez, 1942. Fueron presentadas en la Exposición Amazónica. Se encuentran en el frontis del Museo de Historia Natural de la UNMSM. Ambas estatuas disparan unas flechas imaginarias que no sería difícil reponer. Tal vea sea la ocasión para pasarlas del yeso al bronce.

Pobre escultura.
Es valioso el interés de muchos municipios e instituciones en levantar obras escultóricas en tributo a personalidades ilustres de la patria. El problema es que en los últimos años han proliferado esculturas de pobre calidad que más que homenaje se convierten en espectáculo grotesco. Ahí están por ejemplo la desproporcionada estatua de Manuel Cipriano Dulanto en el Callao, el contrahecho Miguel Grau sentado en una banca de Chucuito, la espantosa “voleybolista” dedicada a Akira Kato en Salaverry con Javier Prado o el monumento central del “Parque de la Cultura” de Bellavista.[23] Las obras se deben encargar a artistas de verdad que los hay de sobra en el Perú.[24]

[1] En la capital, el Estado no ha sido capaz de construir edificios con infraestructura moderna para nuestro patrimonio cultural. El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia se remonta a los años 40 del siglo pasado. El Museo del Banco Central de Reserva funciona en el antiguo local del banco. La sede del Museo Nacional de la Cultura Peruana es de los años 20, fue construido por un privado y luego adquirido por el Estado. El Museo de la Nación ocupa el antiguo Ministerio de Pesquería. Y la Casa de la Literatura Peruana se ha instalado en la estación del ferrocarril.
[2] En la cuadra 5 de Azángaro hay un balcón al borde del colapso.
[3] Algunos urinarios “al paso” tradicionales en Lima: Puente Balta, alrededores de la Escuela de Bellas Artes y del Colegio Real, cuartel de Santa Catalina, laterales del Museo Nacional de la Cultura Peruana, Jr. de la Unión con Moquegua, pasaje Lino Cornejo, pasaje Inclán, las cuadras 5 y 7 de Chancay, la puerta lateral de la iglesia de Huérfanos, la cuadra 8 de Cailloma, Rufino Torrico con Ocoña, Abancay con Inambari, etc.
[4] Recientemente algunas casonas se han derrumbado, ante la indiferencia de las autoridades y el silencio de la prensa. Caminen por Moquegua, Puno, Paruro, etc. y verán los estragos del descuido.
[5] Tal es el caso de la Municipalidad de Lima en las obras del intercambio vial en las avenidas Universitaria y Venezuela. La primera parte del proyecto llega a los pies de las huacas San Marcos y Aramburú. Lo que viene después es el atentado contra el monumento arqueológico, un importante centro ceremonial del Primer Desarrollo Regional.
[6] Un caso exitoso pero aislado de intervención de la Municipalidad de Lima.
[7] Hay que estar alertas porque algunas autoridades no están pensando en restaurar, sino en pedir el retiro de la condición de monumentos históricos para demoler las tradicionales casonas. Sin embargo, el INC ha manifestado que su opción es la restauración. Palmas.
[8] Posiblemente el inventario existe, hay que buscar en el INC, la municipalidad o en las facultades de arquitectura. En todo caso se puede convocar a voluntarios, sin duda los estudiantes de arquitectura, historia, historia del arte, arqueología, etc. participarán con entusiasmo y generosidad.
[9] Por ejemplo, ahí está la Casa Barbieri, tomada por las imprentas a vista y paciencia de todos.
[10] Muestra al héroe herido de muerte, ensimismado en su sacrifico conciente, abrazando la bandera y sin soltar el revólver con el que ha disparado el último cartucho.
[11] Jorge Basadre. Historia de la República. Vol. 12. Lima: El Comercio, 2005; p. 102.
[12] Ver el nuevo logotipo del municipio limeño diseñado por el ingenioso Álvaro Portales: http://www.alvaroportales.pe/2009_08_01_archive.html
[13] El municipio victoriano ha anunciado la remodelación de la Plaza Manco Cápac. Mucho cuidado con hacer barbaridades como por ejemplo cambiarle de nombre al espacio público o agregar obra escultórica sin calidad. Inviertan en recuperar la belleza original de la plaza y de la arquitectura de los alrededores.
[14] José Antonio Gamarra Puertas hizo un paciente seguimiento a este proceso de destrucción, pero sus denuncias nunca fueron escuchadas.
[15] Cerca está el Jardín Japonés, que ha sido intervenido “artísticamente” y desfigurado totalmente.
[16] Vemos que también ha desaparecido una placa en el Parque de la Exposición, remodelado durante la gestión del Dr. Andrade.
[17] Caso similar ocurre con el Parque Universitario, que constantemente es ocupado por una variopinta feria. Aquí la cosa se agrava, porque la esquina de acceso al Centro Cultural de la UNMSM está tomada por los jaladores de los falsificadores de documentos. Estos tipos acosan y espantan a los visitantes del más importante centro cultural del Centro Histórico.

[18] Ya que hay tanta plata para gastar, que inviertan en algo útil. La Municipalidad posee una importante colección de arte: pinturas de Pancho Fierro, Merino, Laso, Hernández, Castillo, Sabogal, Segura, Urteaga, Tilsa, Szyszlo, Bagate, Guayasamín, etc. Así como muebles, porcelanas y réplicas de esculturas europeas. Una parte de este acervo se muestra en una pequeña galería, incluso varias pinturas han sido restauradas, cosa que felicitamos. Sin embargo, muchas obras se encuentran ubicadas absurdamente en espacios casi inaccesibles. Esta situación es una muestra más del retrógrado “patrimonialismo” de los políticos peruanos: aprovechan los bienes públicos como si fueran parte de su patrimonio personal.
La verdad es que el municipio -hace rato- debería tener un museo de arte. De esta manera la colección estaría al alcance de todos, como en los países civilizados. La Municipalidad ha anunciado la organización del “Museo de la Ciudad”. Bien, siempre y cuando se deje todo en manos de los especialistas, porque el actual alcalde es capaz de colgar su fotografía en el museo.



[19] Alfonso Castrillón. “El gusto de los alcaldes. Indagación sobre el destino ornamental de Lima”. Illapa, N. 6; pp. 16-17.
[20] Recién lo hicieron en la parte final del trabajo.
[21] Por eso nos indigna leer en la página del Partido Solidaridad Nacional esta afirmación sobre el Dr. Castañeda: “Como Alcalde de Lima ha realizado una gran cantidad de obras que han mejorado la fisonomía urbana de la ciudad, ha rescatado y restaurado el Patrimonio histórico, cultural, artístico y natural de la capital”.
(http://www.psn.org.pe/website/master.php?page=fundador).

[22] Una vecina del lugar guarda en su casa la alegoría de América derribada. La estatua está fragmentada pero es recuperable. Lo curioso es que las autoridades no se dan por enteradas, a pesar de que la señora comunicó en su momento este hecho. Alfonso Castrillón. “El gusto de los alcaldes. Indagación sobre el destino ornamental de Lima”. Illapa, N. 6; p. 17.

[23] Magnífico ejemplo de lo que el escritor mexicano Antonio Gómez Robledo denominaba “lo exquisito fallido”.
[24] En provincias también están de moda las esculturas alucinadas. En vez de inventar barbaridades, sugerimos revisar la página web de Miguel Baca Rossi:
http://www.bacarossi.com/es/Divertimenti.html. Ahí hay fotografías de numerosas obras en formato pequeño que bien podrían ampliarse para las plazas que requieran obra escultórica.
Por otra parte, la escultura peruana contemporánea brinda diversas opciones que deben tomarse en cuenta. Aquí están los nombres de algunos escultores notables: Haroldo Higa, Lida Ivonne Lima, Javier Aldana, Johanna Hamann, Sonia Prager, Aldo Shiroma, Amelia Weiss, Antonio Pareja, etc.

MUSEO DE LA NACIÓN. RECLAMO CIUDADANO

Virgilio Freddy Cabanillas


El museo es la institución educacional democrática por excelencia; es el medio más eficaz para vulgarizar las enseñanzas de la historia. Si tenemos conciencia de nuestros deberes para con el destino de la patria, estamos obligados a trabajar empeñosamente en la magna labor de educar al pueblo, despertando el espíritu solidario de grupo, y forjando así la conciencia nacional (Julio C. Tello, 1924).


En los países donde hay muchos museos la clase política suele ser bastante más presentable que en los nuestros y en ellos no es tan frecuente que quienes gobiernan digan o hagan tonterías (Mario Vargas Llosa, 2009).


El Museo de Antropología y Arqueología y el Museo de la Nación de Lima son de obligatoria visita. Ambos poseen colecciones asombrosas de obras maestras de arte peruano precolombino de todos los períodos (Thomas Hoving, 1999. Ex director del Museo Metropolitano de Nueva York).


Han pasado varios meses desde la realización de las importantes cumbres económicas denominadas ALC-UE y APEC. Desde entonces, hemos visitado muchas veces el Museo de la Nación y todavía no podemos ver la exposición permanente sobre el Antiguo Perú, que durante tantos años ha caracterizado a esta institución. Cierto que hay un valioso programa de exposiciones temporales, pero el vacío que ha dejado la mencionada muestra permanente es enorme.
[1]


LA GRAN FRUSTRACIÓN


El Estado tiene una gran deuda con la cultura, ya que nunca construyó la infraestructura adecuada para el museo nacional en la capital del país. El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (Pueblo Libre) posee un local con salas y depósitos vetustos, apropiados para los tiempos heroicos de Tello, pero con muchas limitaciones para una museografía moderna. Los espacios son tan cortos, que culturas tan importantes como Vicús y Recuay se reducen a algunas vitrinas en los pasadizos. La sala del Formativo es pequeña y estrecha, insuficiente para mostrar -y explicar- los procesos ocurridos en un período tan decisivo. No hay sitio para incorporar los nuevos conocimientos que la Arqueología, la Antropología y la Etnohistoria brindan sobre las sociedades andinas. Esas limitaciones deben ser una tortura permanente para el excelente personal que trabaja en las instalaciones del MNAAHP.
Durante el segundo gobierno de Fernando Belaúnde se elaboró el proyecto de un nuevo local para el Museo de Arqueología y Antropología. Pero los interminables debates de los expertos dificultaron su realización. Finalmente, durante el primer gobierno de Alan García se canceló la construcción. A cambio de eso, el gobierno destinó el local del Banco de la Nación -antes Ministerio de Pesquería- para sede del denominado Museo de la Nación. Los enormes espacios y muros indestructibles del edificio “brutalista” brindaban muchas posibilidades para mostrar y proteger el patrimonio nacional. Mucho debieron sufrir los arquitectos y museógrafos, pero al final el resultado fue interesante. El proyecto de construcción de un local moderno para el museo nacional se había frustrado, pero al menos quedaba el premio consuelo del Museo de la Nación.
ÉPOCA DE ORO
Para todos fue una grata impresión visitar el nuevo museo allá por 1990. Amplias salas de exhibición y numerosos recursos museográficos recreaban importantes aspectos de la cultura nacional. Obviamente faltaban muchas cosas, pero se había dado un gran paso.
Recordamos cuatro grandes muestras: Circuito expositivo prehispánico, Continuidad cultural, Historia del vestido peruano y una exposición de arte peruano contemporáneo (150 pintores y 50 escultores). Las dos primeras quedaron como exhibiciones permanentes y las otras dos fueron reemplazadas. Posteriormente se implementó una muestra permanente para niños.
Los amplios espacios del nuevo museo permitieron la realización de notables muestras internacionales, como por ejemplo: Imágenes de la India, Imágenes de Filipinas y China, 5000 años de civilización. También se realizaron exposiciones temporales sobre las recientes investigaciones arqueológicas: Poemape, Sipán, Sicán, Kunturhuasi, la Doncella del Ampato. Para no olvidarlo.
Sin duda la muestra sobre el Antiguo Perú era la más visitada por el público. Además de las piezas exhibidas, todos extrañamos las maquetas y dioramas: la aldea de La Paloma, la galería del Lanzón Monolítico, los relieves policromados de Moxeque, el farallón de Poro Poro, los geoglifos de Nasca, la tumba del Señor de Sipán, los murales policromados del Horizonte Medio, la reconstrucción de una tumba Chancay, las espectaculares maquetas del Cusco incaico y de Machupicchu, etc. Arte en el Antiguo Perú -un libro publicado en 1994- es el testimonio de la gran exposición que hoy extrañamos.
Por supuesto que la adaptación del edificio a museo trajo dificultades. Siempre hubo problemas para orientarse en el enorme local. Muchos visitantes recorrían todo el período pre-inca, pero al terminar con el Intermedio Tardío (Reinos y Señoríos) no se daban cuenta que era necesario continuar por un puente hacia la Sala Inca; bastante confundidos regresaban sobre sus pasos y volvían al primer piso a pie, en un alucinante recorrido al revés. Otros jamás descubrían la entrada a la gran exposición de arte tradicional y popular (Continuidad cultural). Un serio problema de señalizaciones. Por otro lado, esta sensación de rutas confusas y elementos desarticulados era fiel reflejo de nuestra realidad; hasta en eso el museo hacía honor a su nombre.
Recordamos también algunas remodelaciones o reestructuraciones desafortunadas. Nos referimos a la que se hizo en la Sala Inca. La exhibición era interesante, pero podía ser mejorada. Sin embargo, la remodelación fue más bien un atentado. Se achicó el espacio, el “diálogo” entre los elementos museográficos se empobreció, una sensación de desorden invadió a la muestra. Incluso retiraron la excelente maqueta de Machupicchu. Sólo en el Perú se puede hacer una intervención para malograr lo que es aceptable. Cambios para retroceder. [2]
ATENTADO CONTRA LA CULTURA
Pero lo peor ha ocurrido recientemente. La exposición permanente fue desarmada para utilizar los espacios en las cumbres mencionadas. Se experimenta una sensación perturbadora al mirar la transformación ocurrida en la zona donde estaban los orígenes de la cultura andina, el Arcaico y el Formativo. Nadie niega la trascendencia de dichos eventos, pero sólo un país bárbaro desactivaría la principal muestra permanente de su museo nacional para realizar actividades ajenas al museo. No nos imaginamos una situación similar en ningún país latinoamericano. Desafortunadamente, en nuestro país hay autoridades capaces de eso. Hace poco un ministro dijo que el Perú no necesita museos.[3]
La ausencia de la exposición permanente sobre el Antiguo Perú, no ha podido ser llenada por las muestras denominadas Tradición y diversidad en el arte peruano y Unidad en la diversidad: Aproximaciones temáticas a la historia peruana. En ambos casos se trata de piezas excepcionales, pero sin un acompañamiento adecuado de recursos museográficos. La mayor parte de los bienes exhibidos ni siquiera tiene pie de objeto. Dos muestras insuficientes y desconcertantes para los que sabemos lo que era el Museo de la Nación. Hay que agregar que actualmente tampoco hay acceso a la Sala de los Tesoros (bóveda). En nuestro país las instituciones son tan frágiles, que las decisiones de dos o tres personas -de turno en el poder- pueden traer abajo logros alcanzados en años.
Los amplios espacios del museo de la Av. Javier Prado han sido una esperanza para el público visitante de exposiciones. Todos sabemos que las investigaciones arqueológicas del futuro obligarán a ampliar los contenidos del Antiguo Perú. Además, en algún momento se tendrá que hacer salas permanentes dedicadas a los períodos virreinal y republicano. Y por supuesto, hay que ir preparando áreas dedicadas a las sociedades amazónicas. Ahora más que nunca.
Ya sabemos que el MNAAHP no tiene posibilidades de ampliación. Por eso reclamamos que los espacios del Museo de la Nación sean principalmente para las áreas de exhibición, depósitos e investigación. Hay la sensación de que en los últimos años han aumentado las áreas de oficinas.[4] Nosotros planteamos que los primeros pisos deben estar reservados para las actuales y futuras exposiciones. No se puede castigar al público condenándolo a subir por los ascensores a los pisos superiores, por eso es necesario enviar las oficinas a los pisos altos. Por ejemplo, cuando se construya el Museo de la Memoria culminará la muestra Yuyanapaq que se encuentra en el sexto piso. Ahí se puede crear espacios para oficinas, pero por favor reserven los pisos bajos para salas de exposición.[5]
A propósito, las autoridades trasladaron al museo algunas dependencias del Ministerio de Educación. Esto ya es el colmo, una prueba palpable de que los políticos no tienen ningún respeto por la cultura. Esperamos que los intelectuales y científicos del Museo de la Nación hagan escuchar su voz de protesta ante esta invasión; un trabajador del patrimonio del país no puede ser comparsa de políticos jumentos.
Aquí una perla más sobre la intromisión política que afecta -en vez de proteger- a los bienes culturales. Recordemos que hace poco se exhibieron en Palacio de Gobierno quince mantos paracas recientemente restaurados. Lo escandaloso era que varios de los textiles estaban ubicados al lado de las ventanas. Las delgadas cortinas blancas no impedían a la luz solar descargar sus efectos nocivos sobre los mantos. El desatino fue resuelto varios días después de la inauguración. ¿A quién se le ocurrió llevar los mantos a Palacio sin tomar las precauciones necesarias? ¿El responsable ha sido sancionado?
TESOROS OCULTOS
Pensando en exposiciones futuras queremos comentar un asunto que nos parece pertinente. En Lima hay obras maestras de la historia del arte peruano que se encuentran inexplicablemente lejos del alcance del público. Piezas que ningún país mantendría guardadas, por el contrario las mostraría con orgullo a propios y extraños. Por ejemplo, el MNAAHP posee un tumi de la cultura Lambayeque que se salvó del robo de 1981. Creemos que es el tumi más importante -después del que fue destruido a consecuencia del mencionado atentado- y sin embargo permanece guardado bajo estrictas medidas de seguridad. Sugerimos llevarlo al Museo de la Nación, no faltará alguna empresa que quiera donar una vitrina blindada para una pieza símbolo del Perú.
Otro caso es el famoso pelícano de plata del Convento de Nuestra Señora del Prado. Esta joya máxima de la metalurgia virreinal debe ser el centro de una futura sala dedicada a ese período en el Museo de la Nación. Hoy permanece segura en la bóveda de un banco, pero es urgente exhibirla en el museo. Lo mismo pasa con la escultura de Baltazar Gavilán, el Arquero de la muerte. Hoy se conserva en el convento de San Agustín, pero un día deberá disparar sus saetas contra la vanidad humana en el Museo de la Nación.
También hay que recordar la serie de santos fundadores de órdenes religiosas del taller de Zurbarán. Todos sabemos que está temerariamente guardada en el convento de la Buena Muerte, en Barrios Altos. Estamos seguros que si mañana asaltan la casa de los venerables padres camilos, se perderán estos buenos ejemplares de la pintura barroca y nos vamos a lamentar inútilmente. Sin duda estarán más seguros en el Museo de la Nación. Debemos estar locos los peruanos para tener guardadas estas maravillas. Confiamos en que las Agustinas Hijas del Santísimo Salvador, los padres agustinos y los padres camilos prestarán con agrado sus bienes, sabiendo que van a un lugar donde se les brindará seguridad y conservación. Sin perjudicar la propiedad.
Hay que agregar que algunas instituciones estatales pueden derivar piezas importantes al Museo de la Nación. En Palacio de Gobierno hay obras de diversos artistas peruanos, al menos una parte podría ir al museo, donde tendría mayor utilidad. Una pintura notable de Francisco Laso titulada La Justicia, pertenece a la Corte Suprema; también debe ir al museo. Habría que bucear en otras instituciones públicas y trasladar los bienes culturales a los museos correspondientes. Igualmente, hay numerosos bancos y empresas privadas que poseen notables colecciones. Nada perderían prestando sus obras al museo, la cultura sólo es útil cuando se comparte.
Por otro lado, la Municipalidad de Lima posee una de las más importantes colecciones de pintura en nuestro país (Pancho Fierro, Merino, Laso, Hernández, Sabogal, Urteaga, Tilsa, Szyszlo, Bagate, Guayasamín, etc.). Una parte de este acervo se muestra en una pequeña galería, incluso varias pinturas han sido restauradas, cosa que felicitamos. Sin embargo, muchas obras se encuentran ubicadas absurdamente en oficinas casi inaccesibles.[6] La verdad es que el municipio -hace rato- debería tener un museo de arte o en todo caso, podría prestar piezas al Museo de la Nación. De esta manera las ponemos al alcance de todos y vamos enriqueciendo las muestras permanentes que debe tener un museo nacional. Creemos que el criterio es llevar las cosas al lugar más apropiado: donde estén más seguras, donde sean más útiles y donde la gente las pueda ver.
En ese sentido, hace poco vimos en Palacio de Gobierno una pequeña escultura de E. Vaumetti, La cuadriga caída. En realidad pasa desapercibida. Más conveniente sería enviarla al Museo de Arte Italiano. Además, tenemos entendido que en Palacio hay algunas pinturas de autores italianos, ¿no sería mejor el traslado al museo del Parque Neptuno? Pongamos cada cosa en su lugar.
Una vez más insistimos, hay que preservar las áreas del museo para el futuro. Existen importantes colecciones privadas que en algún momento podrían pasar al Estado. Por eso necesitamos museos públicos prestigiosos, dinámicos y seguros, para que los coleccionistas se animen a legar sus tesoros al Estado. Es vital evitar la dispersión de las colecciones, como tantas veces ha ocurrido. Por ejemplo, se supone que las autoridades ya han previsto el lugar que recibirá a la colección Poli, cuando el polémico dueño pase a mejor vida. Esas piezas tienen que ser rescatadas, tarde o temprano. Sin duda, el Museo de la Nación será el lugar apropiado para acogerlas.


PONERSE AL DÍA
Otro aspecto que debemos anotar es la presencia del museo en Internet. Es una vergüenza que el Museo de la Nación no tenga su propio espacio en la Web. Cierto que hay información en la página del INC (http://inc.perucultural.org.pe/), pero no es suficiente. Todo museo que se respete aprovecha al máximo este recurso moderno, basta ver las experiencias realizadas por el Museo Chileno de Arte Precolombino (http://www.precolombino.cl/), el Museo del Oro del Banco de la República de Colombia (http://www.banrep.gov.co/museo/esp/home.htm), el Museo del Templo Mayor (http://www.templomayor.inah.gob.mx/), el Museo Nacional de Antropología de México (http://www.mna.inah.gob.mx/), o el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo de Guayaquil (http://www.museomaac.com/).
Para colmo, hasta los primeros días de julio la página del INC brindaba información desactualizada. Ahí se describía el contenido de la exposición permanente:
SALA 1: De la recolección a la agricultura.
SALA 2: Los orígenes de la Civilización Andina.
SALA 3: Los Desarrollos Regionales.
SALA 4: Interacción Multirregional.
SALA 5: Reinos y Señoríos.
SALA 6: El Tahuantinsuyo.
Es inaceptable que un visitante lea una cosa en Internet y llegue al museo para decepcionarse. El público merece respeto.
La tarea urgente es presentar exposiciones permanentes que expliquen el derrotero de la cultura nacional en todas sus vertientes. Claro que el Antiguo Perú debe tener un lugar especial, no porque sea continuar con la “tendencia perniciosa de mostrar al Perú como un gran complejo arqueológico” que “difícilmente puede representar al Perú como Nación”, -así se expresó alguna vez un despistado funcionario del museo-, sino porque ese es el acervo más importante que posee dicha institución. Entender la Cultura Andina en su etapa de autonomía es la base para la comprensión de lo que pasó después y lo que somos hoy.
Desafortunadamente el Estado desconoce el papel vital que los museos pueden jugar en la educación. Eso explica que la Sala de los Niños ya no exista. Y todos los responsables duermen tranquilos.
Queremos museos repletos de estudiantes y maestros. No nos referimos a las estériles visitas con masas de alumnos escuchando al guía y anotando desesperados. Casi sin mirar las piezas. Nada de eso; queremos guías capacitados en el trabajo con niños, que orienten a pequeños grupos en la apreciación de los objetos exhibidos. Guías que enseñen a mirar y a pensar. Así la visita al museo será una experiencia vital. Podemos soñar también con profesores que dejen tareas que involucren a la familia: los alumnos deben visitar un museo para averiguar temas específicos. Pero acompañados de sus padres. Un día esos niños crecerán y serán autoridades. Estamos seguros que no destruirán los museos.





[1] Escribimos este texto en julio de 2009. Actualmente el museo está preparando su nueva exposición permanente. Esperamos con interés los resultados.
[2] Recomendamos leer el texto de Fedora Martínez titulado Aniversario del Museo de la Nación: http://espaciomuseal.blogspot.com/2009/03/aniversario-del-museo-de-la-nacion.html
[3] El señor Ántero Flores Aráoz ha demostrado su indigencia intelectual pero aún lo vamos a tener que soportar en el escenario de la política nacional.
[4] La invasión de oficinas en los espacios expositivos se inició el año 2004 con la 45 Reunión de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo BID que también se realizó en el museo. Las oficinas construidas para tal efecto quedaron permanentes.
[5] Urge retirar las oficinas de los pisos bajos. No hay que usar el pretexto del “dinero invertido”, ¿acaso tuvieron escrúpulos cuando arrasaron con la gran muestra del Antiguo Perú?
[6] Esta situación es una muestra más del retrógrado “patrimonialismo” de los políticos peruanos: aprovechan los bienes públicos como si fueran parte de su patrimonio personal. En algunos casos patológicos -el actual alcalde de Lima- usan las obras como parte de su campaña electoral permanente.

sábado, 8 de mayo de 2010

II CONGRESO INTERNACIONAL DE ESTUDIANTES DE HISTORIA




Lucien Febvre y el concepto de Historia





"La historia es la ciencia del hombre, ciencia del pasado humano. Y no la ciencia de las cosas o de los conceptos. Sin hombres ¿quién iba a difundir las ideas? Ideas que son simples elementos entre otros muchos de ses bagaje mental hecho de influencias, recuerdos, lecturas y conversaciones que cada uno lleva consigo. ¿Iban a difundirlas las instituciones, separadas de aquellos que las hacen y que, aun respetándolas, las modifican sin cesar? No, solo del hombre es la historia, y la historia entendida en el más amplio sentido. ...La historia es ciencia del hombre; y también de los hechos, sí. Pero de los hechos humanos. La tarea del historiador : volver a encontrar a los hombres que han vivido los hechos y los que, más tarde, se alojaron en ellos para interpretarlos en cada caso.

Lucien Febvre, Combates por la Historia. Barcelona: Arial, 1970


Puede leer un fragmento del libro en este enlace (Aquí